Historia
Aunque los primeros recipientes para beber cerveza (anterior al vino) de tipo jarra se remontan al 3000 adC, y hasta entrado el siglo X no se puede comenzar a hablar de copas propiamente dichas.
Romanos y fenicios usaban una única copa para toda la familia, que se colocaba en mitad de la mesa para uso de todos. Debido a su alto precio, sólo las familias ricas podían permitirse una, normalmente de lujo y muy pesada.
La situación cambió con la aparición de la técnica consistente en soplar el vidrio, que hizo más asequible poseer copas de vidrio, aunque seguían siendo caras además de frágiles. Con el paso del tiempo las técnicas evolucionaron y el precio del vidrio, y por tanto de las copas, bajó.
En el Renacimiento se produjeron nuevos diseños realmente espectaculares con nuevos materiales e incrustaciones. Durante el siglo XVII se cambia el vidrio por cristal, más brillante y más maleable que éste.
En 1977 se certifican las copas para degustación. La forma, el grosor del cristal y hasta el color de la copa influyen a la hora de degustar el vino y en la percepción que tiene el catador sobre la bebida.
Mitos sobre las copas
En el Renacimiento se produjeron nuevos diseños realmente espectaculares con nuevos materiales e incrustaciones. Durante el siglo XVII se cambia el vidrio por cristal, más brillante y más maleable que éste.
En 1977 se certifican las copas para degustación. La forma, el grosor del cristal y hasta el color de la copa influyen a la hora de degustar el vino y en la percepción que tiene el catador sobre la bebida.
Mitos sobre las copas
Durante la Edad Media se creía que bastaba con beber de una copa hecha con el cuerno de un unicornio para librarse del mal causado por cualquier veneno.
Probablemente la copa más famosa sea la del Santo Grial, la mítica copa que uso Jesús en la Última Cena y a que se le atribuyen poderes sobrenaturales, tales como curar las enfermedades o la vida eterna.
Copas y decantadores
Copas y decantadores
Decantadores: SOlo para algunos tipos de vinos que se necesitan oxigenar poruqe han estado en la botella mucho tiempo, y el oxigeno le permete expresar su maximo exponencial.
Copa Red Wine
Disenadores de copas creen que, cuando hay que desarrollar una nueva copa, las ideas del diseño no se obtienen en una mesa de dibujo, sino que la forma nace de experimentos de prueba y error, con la ayuda y apoyo de los mejores paladares del mundo. Una persona interesada en un vino busca el color, el aroma y el sabor, pero muchas veces no toma en cuenta la copa como el instrumento adecuado para trasladar el mensaje del vino. A través de los años, estos disenadores han desarrollado una serie de explicaciones científicas muy interesantes sobre por qué la forma de la copa influye en el bouquet y el paladar de las bebidas alcohólicas.
El primer descubrimiento se hizo con vinos. El mismo vino se mostró absolutamente diferente cuando fue probado en diversas copas, hasta el punto que se les hizo creer a expertos catadores que estaban probando distintos vinos.
La variedad de uva es el factor clave para determinar la relación entre la fruta, la acidez, los taninos y el alcohol. En una siguiente etapa, crearon formas de copas en las que el vino, vinificado de variedades de uva específicas, aparentaba mejorar.
Poco a poco se fue comprendiendo el complejo rol que juegan la forma y el tamaño de la copa en trasladar el mensaje de un vino a través de sus dos perceptores básicos: el olfato y el gusto.
Cuando un líquido entra en la boca contacta con los receptores gustativos en la lengua y el paladar. Las sensaciones que se perciben son los cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo. Al mismo tiempo, partículas volátiles suben por las cavidades oral y nasal para llegar a los receptores olfativos ubicados debajo de los ojos. Las muchas sensaciones de olor cualitativamente distintas que se pueden producir son responsables de una gran parte de la experiencia sensorial que nos produce un vino al beberlo. Esto quiere decir que tanto gustamos como olemos el vino. Esta sensación compuesta la llamamos “sabor”, que, perceptivamente, localizamos en la boca. Se piensa que esta localización es producida por el sentido del tacto. Las sensaciones de gusto no están localizadas exactamente en los lugares donde están las papilas gustativas, sino en las áreas de la boca tocadas. Por lo tanto, al beber, las sensaciones de gusto parecen originarse en toda la superficie interna de la boca, aunque las papilas gustativas están concentradas solamente en ciertos lugares. Esto sucede porque el cerebro usa el sentido del tacto para localizar sensaciones gustativas.
Copa Red Wine
Disenadores de copas creen que, cuando hay que desarrollar una nueva copa, las ideas del diseño no se obtienen en una mesa de dibujo, sino que la forma nace de experimentos de prueba y error, con la ayuda y apoyo de los mejores paladares del mundo. Una persona interesada en un vino busca el color, el aroma y el sabor, pero muchas veces no toma en cuenta la copa como el instrumento adecuado para trasladar el mensaje del vino. A través de los años, estos disenadores han desarrollado una serie de explicaciones científicas muy interesantes sobre por qué la forma de la copa influye en el bouquet y el paladar de las bebidas alcohólicas.
El primer descubrimiento se hizo con vinos. El mismo vino se mostró absolutamente diferente cuando fue probado en diversas copas, hasta el punto que se les hizo creer a expertos catadores que estaban probando distintos vinos.
La variedad de uva es el factor clave para determinar la relación entre la fruta, la acidez, los taninos y el alcohol. En una siguiente etapa, crearon formas de copas en las que el vino, vinificado de variedades de uva específicas, aparentaba mejorar.
Poco a poco se fue comprendiendo el complejo rol que juegan la forma y el tamaño de la copa en trasladar el mensaje de un vino a través de sus dos perceptores básicos: el olfato y el gusto.
Cuando un líquido entra en la boca contacta con los receptores gustativos en la lengua y el paladar. Las sensaciones que se perciben son los cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo. Al mismo tiempo, partículas volátiles suben por las cavidades oral y nasal para llegar a los receptores olfativos ubicados debajo de los ojos. Las muchas sensaciones de olor cualitativamente distintas que se pueden producir son responsables de una gran parte de la experiencia sensorial que nos produce un vino al beberlo. Esto quiere decir que tanto gustamos como olemos el vino. Esta sensación compuesta la llamamos “sabor”, que, perceptivamente, localizamos en la boca. Se piensa que esta localización es producida por el sentido del tacto. Las sensaciones de gusto no están localizadas exactamente en los lugares donde están las papilas gustativas, sino en las áreas de la boca tocadas. Por lo tanto, al beber, las sensaciones de gusto parecen originarse en toda la superficie interna de la boca, aunque las papilas gustativas están concentradas solamente en ciertos lugares. Esto sucede porque el cerebro usa el sentido del tacto para localizar sensaciones gustativas.
Una sola realidad hay copas que se usan bajo reglamentacion I.R.A.M e ISO que son las que se suelen usasr en los concursor, por su comodidad, por su nobleza y poruqe expresa el equilibrio justo de los productos que en ella se vierten.
Bouquet
El tamaño y la forma de la copa deben ser ajustados a los aromas típicos de cada variedad de uva.
Cuando el vino se sirve, comienza a evaporarse inmediatamente y sus aromas llenan rápidamente la copa, en capas de acuerdo a su densidad y peso específico.
Los aromas más livianos, más frágiles, son aquellos que recuerdan a flores y frutas; éstos se elevan hasta el borde, hasta el borde mismo de la copa, mientras que el centro se llena con vegetales verdes y componentes minerales y terrosos. Los aromas más pesados, típicos de la madera y el alcohol, se quedan sobre la superficie misma del vino.
Mover la copa produciendo un remolino en el líquido humedece una superficie mayor de las paredes, incrementando la evaporación e intensidad de los aromas. Sin embargo, este movimiento no ayuda a los distintos aromas a mezclarse entre sí. Esto explica por qué el mismo vino demuestra una sorprendente variedad de aromas. (El mismo vino puede mostrar aromas frutales en una copa y acentos a vegetales verdes en otra). Para eliminar este efecto físico, sería necesario agitar verticalmente la copa para que la mezcla de las distintas capas fuera completa, y sólo así se podría lograr el mismo bouquet en todas las copas.
Los catadores experimentados confían más en sus talentos olfativos que en su paladar para determinar el origen de la muestra del vino en catas a ciegas. Las copas de grandes dimensiones, con unos 1000 ml de capacidad permiten “olfatear” a través de las distintas capas del bouquet. Inhalando lenta y regularmente (por unos 10 segundos), podemos ir percibiendo desde las notas frutales a los detalles terrosos y alcohólicos más profundos.
Gusto
Cada individuo es el rey de su paladar.
Es imposible dictar reglas rígidas que van más allá de las preferencias personales. Podemos, sin embargo, dar valiosas pautas y, durante estos años, la respuesta de los enófilos a nuestras sugerencias ha sido altamente positiva.
Los movimientos y ajustes físicos de la cabeza y del cuerpo se controlan inconscientemente. La forma de la copa hace que la cabeza se posicione para beber y no derramar. Las copas de boca ancha hacen bajar la cabeza para paladear, mientras que un borde reducido fuerza la cabeza hacia atrás, creando un canal por donde desciende el líquido por la gravedad. Así pues, con la distinta abertura de la copa conseguimos que la bebida penetre y se posicione en la “zona de gusto” que buscamos.
Tragar para aplacar la sed niega los beneficios de la copa correcta, ya que su objetivo veloz hace que el sabor sólo se sienta en el retrogusto. Las bebidas alcohólicas se consumen, de acuerdo a su contenido de alcohol, en pequeños y muy pequeños sorbos, ofreciendo la oportunidad de controlar el flujo de la bebida y, por lo tanto, el contacto inicial con la lengua. El impulso nervioso resultante se transmite al cerebro a una velocidad de 400 m/seg, dejando en él una primera impresión permanente. En muchos casos, sufrimos una desilusión cuando no están presentes sabores frutales dulces y los componentes ácidos dominan el panorama; al ocurrir esto, le echamos la culpa al vino en lugar de hacerlo a la inapropiada forma de la copa.
Este es el momento preciso cuando una copa puede crear una diferencia dramática al trasladar el mensaje de un vino.
Cada vino tiene su exclusiva mezcla de cualidades: fruta, acidez, minerales, taninos, alcohol, basada en la variedad de la uva, en el clima y en el suelo donde creció. Estudiando las diferentes características de cada uno de los varietales, Riedel ha logrado que sus copas hagan llegar el vino o el destilado a la nariz y la boca de tal forma, que realmente exprese su personalidad.
Lleva un poco de tiempo darse cuenta que una copa no es solamente una copa, sino un instrumento de placer y deleite.
Bouquet
El tamaño y la forma de la copa deben ser ajustados a los aromas típicos de cada variedad de uva.
Cuando el vino se sirve, comienza a evaporarse inmediatamente y sus aromas llenan rápidamente la copa, en capas de acuerdo a su densidad y peso específico.
Los aromas más livianos, más frágiles, son aquellos que recuerdan a flores y frutas; éstos se elevan hasta el borde, hasta el borde mismo de la copa, mientras que el centro se llena con vegetales verdes y componentes minerales y terrosos. Los aromas más pesados, típicos de la madera y el alcohol, se quedan sobre la superficie misma del vino.
Mover la copa produciendo un remolino en el líquido humedece una superficie mayor de las paredes, incrementando la evaporación e intensidad de los aromas. Sin embargo, este movimiento no ayuda a los distintos aromas a mezclarse entre sí. Esto explica por qué el mismo vino demuestra una sorprendente variedad de aromas. (El mismo vino puede mostrar aromas frutales en una copa y acentos a vegetales verdes en otra). Para eliminar este efecto físico, sería necesario agitar verticalmente la copa para que la mezcla de las distintas capas fuera completa, y sólo así se podría lograr el mismo bouquet en todas las copas.
Los catadores experimentados confían más en sus talentos olfativos que en su paladar para determinar el origen de la muestra del vino en catas a ciegas. Las copas de grandes dimensiones, con unos 1000 ml de capacidad permiten “olfatear” a través de las distintas capas del bouquet. Inhalando lenta y regularmente (por unos 10 segundos), podemos ir percibiendo desde las notas frutales a los detalles terrosos y alcohólicos más profundos.
Gusto
Cada individuo es el rey de su paladar.
Es imposible dictar reglas rígidas que van más allá de las preferencias personales. Podemos, sin embargo, dar valiosas pautas y, durante estos años, la respuesta de los enófilos a nuestras sugerencias ha sido altamente positiva.
Los movimientos y ajustes físicos de la cabeza y del cuerpo se controlan inconscientemente. La forma de la copa hace que la cabeza se posicione para beber y no derramar. Las copas de boca ancha hacen bajar la cabeza para paladear, mientras que un borde reducido fuerza la cabeza hacia atrás, creando un canal por donde desciende el líquido por la gravedad. Así pues, con la distinta abertura de la copa conseguimos que la bebida penetre y se posicione en la “zona de gusto” que buscamos.
Tragar para aplacar la sed niega los beneficios de la copa correcta, ya que su objetivo veloz hace que el sabor sólo se sienta en el retrogusto. Las bebidas alcohólicas se consumen, de acuerdo a su contenido de alcohol, en pequeños y muy pequeños sorbos, ofreciendo la oportunidad de controlar el flujo de la bebida y, por lo tanto, el contacto inicial con la lengua. El impulso nervioso resultante se transmite al cerebro a una velocidad de 400 m/seg, dejando en él una primera impresión permanente. En muchos casos, sufrimos una desilusión cuando no están presentes sabores frutales dulces y los componentes ácidos dominan el panorama; al ocurrir esto, le echamos la culpa al vino en lugar de hacerlo a la inapropiada forma de la copa.
Este es el momento preciso cuando una copa puede crear una diferencia dramática al trasladar el mensaje de un vino.
Cada vino tiene su exclusiva mezcla de cualidades: fruta, acidez, minerales, taninos, alcohol, basada en la variedad de la uva, en el clima y en el suelo donde creció. Estudiando las diferentes características de cada uno de los varietales, Riedel ha logrado que sus copas hagan llegar el vino o el destilado a la nariz y la boca de tal forma, que realmente exprese su personalidad.
Lleva un poco de tiempo darse cuenta que una copa no es solamente una copa, sino un instrumento de placer y deleite.
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